
Después de cenar Tom llevó a Georg en coche hasta su casa. Era más de medianoche y era muy largo el trayecto desde el restaurante hasta la casa de Georg. Era sorprendente la cantidad de cosas que necesitaban contarse, que querían compartir.
- Antes de ponerme por completo con la grabación del disco voy a hacer el examen de fin de carrera, quiero terminarla, faltan menos de dos semanas.- Dijo Georg que sentia que su mundo estaba cambiando muy rápido - Por otra parte, no sé que hacer con mi trabajo. No quiero dejarlo, pero tenemos mucho que hacer y tengo que ensayar…
- No sé, la grabación se puede retrasar hasta que acabes lo exámenes si problemas, pero la grabación de un disco ya es bastante dura como para tener que compaginarla con un trabajo. Además, cuando empiece la gira y la promoción no podrás compaginarlo de ninguna manera. – Le respondió Tom que intuía como se sentía su novio.
- Tienes razón. Supongo que iré a hablar con la supervisora y le diré que voy a dejarlo después del examen. – Afirmó Georg moviendo las manos nerviosamente.
- Me siento mal de que tengas que dejarlo… sé lo mucho que te gusta. – Dijo Tom sintiéndose culpable.
- Lo dejo, porque, aunque esto me encanta, estar encima de un escenario me da la vida. Además, quiero estar contigo. Esto es mas de lo que pude llegar a soñar durante los últimos cuatro años. – Dijo Georg mirando intensamente a los ojos a Tom, completamente convencido. Y le acarició la mano que tenia apoyada sobre la palanca del cambio de marchas.
- ¿Y que vas a hacer con Aideen? – Preguntó Tom sabiendo que ese era el tema que más preocupaba a Georg.
- Supongo que hablare mañana con ella, cuando salga de trabajar. No creo que sea justo estar contigo y con ella a la vez. No se lo merece. – Contestó seriamente Georg.
- ¿Entonces no comemos juntos?
- No, pero por la tarde si voy bien con el temario del examen me paso por el estudio. – Dijo Georg con una sonrisa en los labios. – Y puede que hasta después te invite a cenar…
- Me gusta el plan. – Murmuró Tom y, aprovechando que estaban parados en un semáforo, se giró para besar a Georg en los labios.
Cuando el semáforo cambió de color Tom se separó de Georg y siguió conduciendo. - ¿Y dónde me vas a llevar a cenar?- Preguntó Tom sin mover la vista de la carretera.
- No lo sé aun. Puede que te lleve a uno de mis restaurantes favoritos o puede que cocine algo yo mismo. ¿Qué prefieres?
- Suena más tentador e intimo que cocines tú… Sería una buena oportunidad para enseñarte mi casa. Bueno, la que comparto con Bill. Nos la compramos hace dos años.
- Genial.
- Me temo que ya hemos llegado. – Dijo Tom poniendo morritos.
- Adiós, nos vemos mañana. – Se despidió Georg de Tom y le beso suavemente los labios. Y salió del coche.
Tom se quedo mirando como Georg se alejaba. Cuando ya estaba en el portal, Georg se giró y miro a Tom, en el interior del coche, todavía con la mirada fija en el. Georg sin dejar que la voz saliese de su boca, solo moviendo los labios dijo -Te quiero- y le guiño un ojo. Tom lo entendió a la perfección, y le devolvió el gesto. Entonces Georg abrió la puerta y entro en el portal, impidiendo, así, que Tom pudiera seguir viéndole. Subió las escaleras tarareando una de las canciones que había escuchado en el estudio y sonriendo. Hacia tan solo unos instantes había dicho por primera vez “te quiero”. Un te quiero que no hablaba solo de amistad o cariño…
Nada más abrir la puerta se dirigió al teléfono fijo y llamó a Aideen. La chica contesto después de tres tonos. Su vos como siempre era dulce.- ¿sí?
- Hola Aideen, soy Georg. – Saludó este, con voz seria
- Hola cariño, ¿qué tal?
- Bien, te llamaba porque quería que comiéramos juntos mañana. Tengo que hablar contigo de algo importante.
- De acuerdo, ¿de qué quieres hablar? Me estas preocupando. Llevas un par de días muy raros.
- No es nada que te vaya a agradar mucho. Es sobre nosotros. Pero no quiero mantener esta conversación por teléfono.
- Esta bien, hablamos mañana entonces.
- Gracias. – Le agradeció Georg sintiendo una gran gratitud porque incluso en un momento tan difícil como aquel, ella fuese tan comprensiva y respetuosa como siempre.
- ¿Gracias por qué? – Le preguntó Aideen que no entendía a que se refería.
- Por todo. Bueno, te tengo que dejar que me quiero acostar ya. Estoy muy cansado. – Quería haberle dicho todas y cada una de las cosas por las que tenía que darle las gracias y, no solo eso, sino que le debía tanto… Pero no pudo.
- Vale, pero quiero preguntarte algo – Musitó Aideen al otro lado de la línea.
- Dime – La animó Georg a que hiciera la pregunta.
- ¿Por qué te fuiste anoche sin despedirte? – Preguntó Aideen con un claro tono de preocupación
- Tenía algo que hacer y no quise despertarte, lo siento. – Explicó Georg sin llegar a mentir.
- No pasa nada, solo me preocupé al no verte cuando me desperté. – Dijo Aideen todavía con un tono de voz que detonaba preocupación y algo de incredulidad.
- Adiós. – Se presidió Georg – Que duermas bien
- Adiós, cariño. Buenas noches – Se despidió Aideen y colgó el teléfono.
Georg se fue a dormir después de echar un vistazo a los bajos. Por un momento quiso ponerse a tocar, pero estaba demasiado cansado. Después de cambiarse de ropa y lavarse los dientes se metió en la cama y se durmió rápidamente. Su sueño fue profundo y reconfortante. Cuando el despertador sonó a las seis y media de la mañana, estaba completamente descansado y de buen humor.
Como todos los días fue a trabajar y disfruto de los niños y el trabajo que tanto le gustaba. El turno pareció volar y antes de que pudiera darse cuenta ya eran las dos y media y su turno terminaba. A la tres, Aideen, tan guapa y elegante como siempre, le esperaba en la puerta del hospital. Ando con pase segura hasta encontrarse a su lado, pasó uno de sus brazos por la espalda de la chica y la saludó con un beso en la mejilla.
- Hola, ¿qué tal tus pacientes de por la mañana? – Empezó la conversación Georg
- Hola, cariño. Como siempre. ¿Dónde vamos a comer?
- Había pensado en un restaurante japonés… - Sugirió con una sonrisa
- Me encanta el sushi. – Exclamó Aideen emocionada
- Ja ja, lo sé. – Esa era la razón por la que la iba a llevar allí, a él le gustaba, pero no era su comida favorita ni de lejos.
- ¿Vas a empezar a contarme ahora o tendré que esperar hasta después de comer para que me digas que vas a romper conmigo? – La pregunta de Aideen pegó a Georg como un balde de agua fría
- Si ya lo sabes ¿qué más da cuando te de los detalles? – Fue lo único capaz de contestar.
- Dicho así prefiero saberlo cuando este terminando de comer. – concluyó Aideen sin cambiar la expresión de sus cara.
- Buena idea. ¿Has traído tu coche?
- No, lo he dejado en el trabajo, vine andando.
- Entra, vamos en mi coche.- La dijo Georg sacando se su bolsillo las llaves de su coche.
Durante el trayecto hablaron de temas sin mucha importancia: música, las noticias que salieron el día anterior en el telediario, estrenos de cartelera. A pesar de que tendrían una conversión dura, entre ellos no había tensión o molestia.
Cuando llegaron al restaurante se sentaron en una mesa para dos, pidieron sus platos favoritos y siguieron hablando de los mismos temas que habían tratado do en el coche. Finalmente con la llegada del postre, la parte de la conversación que habían dejado para el final llegó inevitablemente.
- Y bien, ¿Cuáles son las razones de que quieras cortar conmigo? A parte, claro esta, de que nunca has estado enamorado de mí. – Habló Aideen manteniendo su expresión impasible.
- De verdad que lo siento. Pero el tiempo que hemos estado juntos ha sido maravilloso. No me arrepiento para nada de esto. – Murmuró Georg que ante todo quería hacerla saber que no quería hacerla daño y que la apreciaba mucho.
- Yo tampoco. Pero ahora cuéntame. Para eso estamos aquí.
- A veces se me olvida que eres psicóloga y que me conoces casi mejor de lo que hago si mismo. Supongo que si te digo “Tom” te harás una idea. – Dijo Georg y bebió un trago de agua. Aquel momento era muy difícil para ambos.
- ¿Has hablado con el al fin? Hace tiempo que debiste hacerlo. – Inquirió Aideen.
- En realidad fueron Bill, Tom y Georg. Vinieron a mi casa hace tres días y me propusieron volver al grupo. En un principio les dije que no… La verdad es estos tres días han sido demasiado intensos como para contártelos en un rato. El caso es que Tom ya sabe lo que sentía por él y, de alguna manera, el siente lo mismo. Y a pesar de que lo he intentado, nunca he conseguido olvidarle. Quiero darme esa oportunidad.
- Te entiendo. Espero que os vaya muy bien. – Aideen seguía hablando como si estuviese hablando de algo sin importancia. Distante.
- Yo no puedo entender como te lo tomas tan bien. Ni siquiera te ha sorprendido. – Exclamó Georg entre frustrado y contrariado.
- Siempre he sabido que si el volvía a tu vida, te sacaría de la mía. He tenido mucho tiempo para prepárame para este momento. Georg, eres alguien fácil de amar. Y yo te amo mucho. Pero sé que conmigo nunca serás tan feliz como con él. Aunque no le conozca, sé que seréis felices juntos. Estaba convencida de que este momento llegaría. Desde hace mucho tiempo. – La tristeza y el dolor empezaban a hacerse presentes en su voz y sus ojos.
- Nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mí.
- Hay una forma de que me lo agradezcas. Sigue siendo mi amigo.- Le sugirió Aideen.
- Claro que sí, eres la persona a la que más quiero… - No termino la frase, no quería herirla nombrándolo.
- ..Después de a Tom, claro. – Termino la frase Aideen.
- Después de Tom…
- ¿También volverás al grupo? – Preguntó la chica intentado desviar un poco el tema de conversación.
- Si, Bill tiene varias canciones preparadas y empezaremos a trabajar en cuanto haga mi último examen. – La informó Georg mirándola con cariño.
- Me tengo que ir a trabajar. Llámame. Y espero que me invites a tus conciertos. Dijo Aideen levantándose de la mesa.
- Claro. Te llamo y quedamos un día. – Aseguró Georg.
- Y me lo presentas. – Añadió Aideen cogiendo ya su bolso.
- Claro.
Aideen salió del restaurante dejando a Georg con una mezcla de alegría y pena. Este pagó la factura y se fue a su casa poco después que Aideen. Estudió durante un rato y después cogió el coche para ir a ver a Bill y a Tom al estudio. Cuando se encontró con ellos eran las siete de la tarde y seguían trabajando. Fue Tom quien salió a recibirle, le dio un beso y le invitó a entrar a la sala de ensayos, donde Bill daba las últimas instrucciones al vocalista del grupo.
- Espera un poco, este es el último ensayo por hoy, luego hacemos lo que quieras. - Pidió Tom mirándole intensamente.
- Vale. De todas formas me interesa mucho ver que tipo de trabajo realizáis.- Le contestó haciendo como si no hubiera escuchado al ultima parte.
- El mejor, ya sabes como soy – Afirmo Tom con ese tono de superioridad que tanto de gustaba usar y le acarició la mejilla con la nariz. – mmm… ¡que bien hueles!
- Por supuesto- Dijo y le cogió del cuello para darle un beso.
El ensayo terminó y los chicos del grupo se marcharon. Entonces Bill se acercó a Georg y le saludó. – Hola, ¿qué tal? ¿Qué te ha parecido el ensayo? Son nuestra nueva apuesta.
- Sin duda sabéis lo que hacéis, suenan de miedo. Estáis haciendo un gran trabajo. – Elogió Georg el trabajo de Bill y Tom
- Gracias. Bueno, te voy dejando que ya viene Tom y yo he quedado con Julia.
- Hasta luego, entonces.
- Adiós. – Se despidió Bill
Bill se alejó según Tom se acercaba.
- Anoche me prometiste una cena… ¿Vamos? – Le recordó Tom y empezó andar hacia la salida.
- ¡Claro! – Le respondió Georg y le siguió sonriendo.
Cuando llegaron a la casa que Bill y Tom compartían, Tom se abalanzó sobre Georg y empezó a besarle, le colocó contra la pared y metió las manos debajo de su camiseta. Georg en un principió se quedó demasiado sorprendido como para reaccionar, pero tras unos instantes respondió y empujó a tom contra el sofás más cercano y se colocó encima de él. Y le susurró al oído – Creía que íbamos a cenar, pero si prefieres hacer otra cosa… -.
- Vamos a cenar, pero hoy tú eres mi plato.- Y volvió a besarle.
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