En camino que separaba la casa de Bill y tom de la de Georg era de 40 minutos andando pero aquella noche le llevo más de tres horas
En camino que separaba la casa de Bill y Tom de la de Georg era de 40 minutos andando, pero aquella noche le llevo más de tres horas. Cuando por fin llegó a la casa que compartía con su hermano, este le estaba esperando, sentado en el sofá viendo la actuación de uno de sus grupos. Tom se sentía confundido, aturdido, emocionado e inseguro y al ver a su hermano todo lo que necesitaba contarle se agolpó en su boca provocando que las palabras no saliesen. Bill, cuando le vio aparecer, sin preguntarle nada le guió a la cocina, le sentó en uno de los taburetes de la barra, le sirvió una tila, se sentó en otro de los taburetes y esperó a que se relajara. Cuando Tom dejó de mover las piernas en un tic nervioso y mirar a todas partes con demasiadas emociones en la cara como para identificarlas, su hermano por fin le preguntó - Y bien, ¿De qué has hablado con Georg? – Aunque, por supuesto, ya lo sabía.
- Le he preguntado por qué estaba tan distante conmigo, si todavía no me había perdonado por el accidente- Dijo Tom todavía con un hilo de voz.
- ¿Y…? – Le incitó a continuar Bill.
- Me dijo que ya me había perdonado, bueno, en realidad dijo que nunca había tenido que perdonarme puesto que el accidente también había sido culpa suya y que si estaba distante conmigo era por la discusión que tuvimos en el coche justo antes del accidente. – Relató Tom sin mirar a su hermano, parecía que por sus ojos estaban pasando las imágenes de aquellos momentos de nuevo.
- Pero Georg no es rencoroso, no es solo por una simple discusión, ¿verdad? – Bill les conocía muy bien a los dos.
- Dice que es el significado de la discusión lo que no he entendido, que debería saberlo… - Le respondió Tom, por fin serenándose.
- ¿Ahora lo sabes? – Le interrogó Bill, formulando las preguntas que había pasado toda la noche pensando que le haría a su hermano.
- Sí…- Respondió sin querer decir lo siguiente en voz alta.
- ¿Y…? – Volvió a incitarle a que continuase
- Georg estaba enamorado de mi… - El silencio inundo la estancia, la mirada de Tom volvió a vagar de un lugar a otro, perdida.
- Tom, ¿estás bien? – Bill estaba empezando a preocuparse, aunque sabía que la reacción era “normal” después de todo lo ocurrido hoy y lo intenso de las emociones que estaba viviendo su hermano.
- No lo sé… es algo que me ha sorprendido demasiado…. Georg es… era… es… mi amigo, le gustan las mujeres… salíamos juntos de juega y a ligar… he visto como se liaba con mas de una y…
- Tom – Llamó Bill a su hermano con voz dubitativa.
- ¿Qué? – contestó Tom sin prestar mucha atención.
- Yo lo sabía – Confesó Bill.
- ¿Qué sabías? – Preguntó Tom de repente exaltado.
- Que Georg se había enamorado de ti – Le aclaró Bill sin querer mirarle directamente.
- ¿Cómo? ¿Cómo lo supiste? ¿Por qué no me lo dijiste? – Preguntó Tom entre enfadado y confundido.
- Unos dos meses antes del accidente noté como el comportamiento de Georg había cambiado, sobre todo cuando estaba cerca de ti, y un día hable con él y acabó diciéndomelo. Me dijo que no sabia como, ni porque, en algún momento empezó a tener celos de tus conquistas de una noche, a ponerse nervioso en tu presencia, a soñar contigo…
- ¿Qué…? ¿Y por qué no me lo dijiste?
- El me lo pidió y yo se lo prometí.
- Pero…-
- Además, si te lo hubiera dicho, tu comportamiento hacia el habría cambiado y no huera seguido “su ritmo”. – Siguió Bill.
- ¿Y cual es “su ritmo”? – Preguntó Tom con una sensación no muy agradable recorriéndole.
- Tom, ¿tu sabes que te conozco mejor de lo que te conoces tu mismo?
- Sí, siempre lo has hecho, incluso sabias cuando me gustaba una chica antes de que yo me diera cuenta… Espera…- De repente se había dado cuenta a que se refería…
- Te estabas enamorando de Georg, aunque todavía no te hubieras dado cuenta… Los ensayos duraban horas, pasabais tardes y noches enteras tocando una y otra vez las canciones que ya sabíais enteras, perfectamente… solo para estar juntos, aunque fuera sin hablar. También pasabais horas hablando de miles de temas, a veces discutíais y aun así nunca habéis estado enfadados más de diez minutos…
- Para, ya me hago una idea…- Pidió Tom para tener tiempo de asimilar las palabras de su hermano.
- Jajaja, creo que por esta noche es suficiente, deberías ir a la cama e intentar dormir y asimilarlo…- Dijo y se encamino hacia su habitación el también, eran las cuatro de la madrugada…
- Espera – Rogó Tom
- ¿Qué ocurre? – Preguntó Bill parándose y girando la cabeza para mirarle
- ¿Qué hago ahora?
Bill arqueo las cejas, haciéndole entender que él no podía ayudarle en eso. Y se giró para seguir su camino hacia su dormitorio.
- ¿Qué crees que hubiera pasado si no hubiéramos tenido el accidente?-
- No lo sé, supongo que habrías empezado a salir y… no lo sé Tom. No pienses en que pudo haber ocurrido, limítate al presente, no puedes cambiar el pasado y sus consecuencias. Buenas noches.- Salió de la cocina sin intención de volver a pararse. Él ya no podía hacer nada más por su hermano.
Tom observó como su hermano se alejaba hasta que las pareced evitaron que pudiera seguir viéndole. Su cabeza ahora trabajaba a 100 por hora. No quería ir a su dormitorio, sabía que no podría dormir, pero parecía que las paredes de la cocina repetían una y otra vez las ultimas palabras de Bill “supongo que habrías empezado a salir y…”. Estaba completamente desesperado y aturdido.
Finalmente salió de la cocina para subir al baño, quería darse una ducha, esperando que esto le relajase y le ayudase a aclarar sus emociones y pensamientos. Una vez ya en el baño empezó a desnudarse. Primero se quitó la banda que recogía sus rastas, dejándolas caer por su espalda, aunque ya no eran tan largas como acostumbraban, le llegaban a la altura de los omóplatos. Luego se quitó la camiseta que llevaba, algo mas adecuadas a su tamaño que las que llevaba años atrás, se descalzó y finalmente se desprendió de los pantalones, que desde hace un par de años eran, como había sucedido con las camisetas, acorde a su talla.
Su cuerpo ya no era el de un niño de 18 años, ahora tenía 22 años, estaba bastante más musculado y su espalada era más ancha. Sus abdominales estaban bien trabajados, al igual que sus brazos, su pecho y sus piernas.
Después del accidente, cuando salió del hospital y el grupo se desintegró Tom pasó mucho tiempo encerrado en casa, sintiéndose culpable y deprimido. Ya no le interesaba salir de fiesta a las discotecas y beber, pues no tenía con quien hacerlo. Un día Bill se lo encontró tirado en el sofá su casa, viendo algún canal de música, con un bocadillo en la mano, una cerveza en la otra y la guitarra apoyada contra una silla. En su cara había rastro de lágrimas.
Apenas una semana después Bill comenzó con la productora, sabía que eso no solucionaría todos los problemas de su hermano, pero al menos lograría que se animase y olvidara todo lo que ocupaba su cabeza. Y así fue. Tom se concentró en componer canciones junto con Bill y empezaron su búsqueda de nuevos talentos.
Con el trabajo y toda la gente nueva que iban conociendo llegó Dani, que era el cantante y guitarrista de un grupo llamado Songs of Mads (para quien no se haya dado cuenta me estoy refiriendo a Dani Martin, del Canto del Loco). Tom encontró en él un buen amigo, y ambos empezaron a compartir mucho tiempo juntos: yendo al gimnasio, tocando la guitarra y saliendo a ligar a bares. Con el tiempo Tom empezó a salir con la hermana de Dani, Natalie. La relación duro cerca de un año, hasta que Tom le puso los cuernos y la relación terminó de tan malas maneras que también se acabo la amistad con Dani. Pero Tom continuó con su rutina de ir al gimnasio, haciendo así que su cuerpo se fuera transformando al que hoy era. Tom también había conseguido que Bill fuese, cuando Dani dejó de acompañarle.
Durante los cuatro años que había trascurrido desde el accidente, había madurado y sobre todo había aprendido muchas cosas sobre la vida. Durante los años de giras y éxito su vida había sido divertida y frenética, casi no había tenido tiempo de disfrutar cada momento, mientras que ahora era eso precisamente lo que más hacía.
Su nueva madurez le decía que hubieran pasado cuatro años distanciados y habían pasado miles de dificultades no podía dejar que su gran amigo se alejase de nuevo. Además debían aclarar muchas cosas.